Siempre me encantaron las librerías, no soy una lectora empedernida, más bien de temporada, a veces soy una devoradora de libros, y otras no puedo concentrarme en una sola palabra, paso páginas enredando con cualquier hilito.
Aún así me gustan estas tiendas que venden sueños. Cuando estudiaba en Madrid me podía pasar horas en la Casa del libro, en la Fnac o incluso en el Vips, sitios en los que podías casi vivir allí ojeando libros, cds o revistas, nadie te miraba de reojo. Por aquella época no podía hacer más que, una vez visto -o leído por visitas- dejarlo de nuevo en su estanteria. Ahora, sin tener que llorar pq la vida en Madrid es muy cara, me los puedo llevar a casa.
Abrieron la Fnac en A Coruña, quise resistirme a la colonización de los grandes almacenes en la ciudad y tardé en entrar. En el momento de la sonada apertura, devoraba libros de grandes historias pequeñas que me recomendaba un librero con el que había hecho buenas migas y que, mientras me buscaba el libro adecuado, me dejaba ojear los que tenía de diseño, arte y moda, pocos pero elegidos con muy buen criterio.
Un día, un hilo me ató para entrar al campo enemigo,... demasiada información que procesar, portadas bonitas por doquier, miles de discos que escuchar,...no me llegó el tiempo, y al día siguiente volví, y me compré un libro precioso, "The age of feminime drawing", me preguntaron si quería hacerme el carnet de socio por 15 Euros, y dije "ni de broma, no me compensa". Pero al día siguiente volví y me compré otro libro, y dos días después lo mismo. Y al siguiente. Y al siguiente también.
Han pasado meses de esto y ahora cada rato libre, entro, miro, leo, escucho y compro, lo compro todo. Me rompe las cuentas mensuales. Me he hecho socia y he abandonado a mi amigo el librero.
Aún así, recomiendo mi primer chute, es un libro con una maquetación y una encuadernación cuidadísima, unas ilustraciones perfectas y además, un contenido muy interesante.