21.4.10

Encantada de haberte conocido.


En mi cabeza estoy siempre redecorando mi casa. 
Me temen cuando miro más de dos minutos un rincón, un cuadro o una lámpara.
Y aunque mis gustos son casi siempre  caros, los readapto a mi feliz  y pobre realidad.
Desde hace algún tiempo busco una mesa de salón.
No hay nada que me convenza y la necesidad de encontrar algo compatible con niños empieza a apretar.
Un dejà vu: se posa en mi mente Eugenio el anticuario. 

Hago un resumen:
Voy a una tienda. Veo una maletas antiguas decorando. Los bichos de mi cabeza gozan de gusto solo imaginando lo bien que quedarían haciendo de mesita de noche. 
Remuevo hilos. Localizo al decorador. Me lleva hasta una tienda de antigüedades de Barcelona, Lalithamma.

Llamo. Pienso "ni de broma me puedo comprar una... quizá el asa o la llave del candado".
Me coge el teléfono una voz educada con un perfecto acento catalán. 
Eugenio Gulías. Le explico mi historia. Que vivo en la otra punta de la península. 
Ningún problema. Él me hará unas fotos y arreglará el envío.
Llegan las fotos. Sobre las que más me gustan me envía más.
Elijo, al fin, dos (Compraría todas). El precio razonable y alcanzable.
Cerramos el trato y a los tres días, mis maletas en casa. 
Mi tesoro.

Igual que haber encontrado a Eugenio el anticuario. Vale si, el fin y al cabo, querría vender, pero no hay comparación.
Sutil y entrañable.
Me lo imagino como un contador de historias. Una tienda llena de muebles que son cuentos.
Ojalá fuera rica.

Ayer he vuelto a ponerme en contacto con él. 
Ahora busco un baúl.

Y sin querer paracer pedante digo: sigue tan encantador como siempre.

3.4.10

El momento del Gin&Tonic.


No me gusta la ginebra.
Bueno, mejor dicho, no me gustaba. 
Pero esto es cosa de la edad. 

La primera copa, algo hiperdulzón, Malibú con piña o Licor 43 con Cacaolat (puaaaaaaaggggggg....).
Pasa el tiempo entre pruebas y descubrimientos.
Desaparecen esos fastidiosos granos en la cara, la cabeza se  amuebla. Y una noche resulta que encuentras Tu Copa, casi seguro, whisky, vodka o ron.

Pasa + tiempo. 
Pasamos de quedar en casa de alguien para arreglarnos a ir a casa de otro alguien, ya arreglados y sin cenar. A las noches se les va curando su locura.
Después de la cena, el café y más tarde, la copa.  Alguien te dice "prueba mujer, que te va a gustar, te lo voy a hacer muy suave".

Es El momento.
Ha llegado la edad del Gin&Tonic. 
Lo que se bebía en esos locales llenos de frutos secos a los nos llevan nuestros hermanos mayores. Esa misma bebida que distingue una farra adulta de las demás. Esa misma bebida que se mira con desdén mientras se sujeta en una mano un Absolut con naranja y nuestro cuerpo poseído se ve enloquecido con tantas posibilidades nocturnas.

El tiempo pasa, my friend.
(Si alguna vez Guillermo lee alguno de estos párrafos... negaré cada palabra aquí escrita. Su madre, una santa).

...
...
...

Me centro.
El cartel
Me gusta.
Hace algún tiempo que lo llevo viendo  por la blogosfera.
Y esta tarde he encontrado el making of aquí .
Me ha sorprendido todavía más.