Desde hace no sé cuanto el tiempo pasa sin avisarme.
No sé si rápido o despacio.
No sé si rápido o despacio.
No lo siento al pasar.
Hoy me he tapado las canas que me están brotando.
Como declararon la autoridades niponas sobre el incendio de la central nuclear, los acontecimientos no están sucediendo según lo previsto.
Pasa, pasa, pasa. Y no lo respiro.
Algunas cosas deberían ser distintas.
Algunas cosas deberían ser distintas.
Rutinas , deberes y otros quehaceres.
Quiero envejecer con el estómago lleno de mariposas que rebolotean en mi barriga al recordar.
Romper hilos y soltarles las alas. O que otros las suelten para dejarme abrir las mías. Que les hace falta muy poco para levantar el vuelo.
Tic, tac, tic, tac. Cada vez queda menos. Se supone que mucho. Pero no debemos olvidar que en cualquier momento vemos la meta.
Tic, tac, tic, tac. Cada vez queda menos. Se supone que mucho. Pero no debemos olvidar que en cualquier momento vemos la meta.
Esto es una carrera sin recorrido marcado y con cronómetro.
Gana el que más la disfruta.
Hace unos días Jose Luis Sampedro dijo que el tiempo no es oro, es vida.
Y la vida debería ser como soñamos.
Tendría que conformarme (¿conformarme?) con lo que tengo. Que no es poco.
Occidentalismo el mío.
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La ilustración es de Noemi López.
Yo no tengo tiempo, o lo pierdo, o me lo roban sapos y principes.